Considerado el primer botánico de la historia, Celsapino estudió las plantas por su sentido intrínseco, independientemente de su interés medicinal. Nació en la ciudad italiana de Arezzo y, tras graduarse en la Universidad de Pisa, comenzó a impartir clases de filosofía, medicina y botánica en dicha universidad. Desde allí emprendería varias expediciones botánicas por Italia que le permitieron realizar uno de los herbarios más antiguos que se conocen, así como publicar varios tratados, entre los que destaca De plantis libri XVI, que carecía de ilustraciones. Cesalpino fue además médico del papa Clemente VIII y, entre los años 1554 y 1558, desempeñó el cargo de director del jardín botánico de Pisa, el segundo jardín botánico construido en Italia tras el de Padua.
Entre sus aportaciones a la medicina se reconocen afirmaciones como que las venas tenían su origen en el corazón y no en el hígado, como dictaba la doctrina galénica. En cuanto a la disciplina botánica Cesalpino creía que las plantas también tenían su propio sistema circulatorio, con un corazón que debía encontrarse cerca de la base del tallo. Conviene tener en cuenta que todavía faltaba más de un siglo para las primeras disecciones y observaciones con un microscopio.
Por otra parte, buscó una forma de clasificación práctica y que pudiera aplicarse a todos los vegetales, más allá de sus propiedades terapéuticas, ideando un sistema de agrupación según sus características físicas, como la forma de los frutos o semillas, que en muchos casos se corresponde hoy en día con familias, como es el caso de las leguminosas o las compuestas. Cesalpino defendió que cualidades como el olor, gusto, color o propiedades medicinales eran únicamente coincidencias, y no debían utilizarse como criterios de clasificación.